Ubik by Phillip Dick

Ubik by Phillip Dick

Author:Phillip Dick
Format: mobi
Published: 2010-08-27T22:00:00+00:00


Es fundamental que me ponga en contacto con ustedes. La situación es seria y se agrava con el tiempo. Tengo varias posibles explicaciones que deberíamos discutir. Siento lo de Wendy Wright; hicimos cuanto estuvo en nuestra mano.

- Así que está al corriente de lo de Wendy - dijo Al -. Bueno, a lo mejor esto significa que ya no le ocurrirá lo mismo a ninguno de nosotros.

- Un cartón de tabaco cualquiera en una tienda cualquiera de una ciudad elegida al azar, y encontramos una nota de Glen Runciter para nosotros - reflexionó Joe -. ¿Qué contendrán los otros cartones, la misma nota? -. Levantó un cartón de L amp;M y lo abrió: diez paquetes encima y otros diez debajo, todo perfectamente normal. ¿Normal? Al cogió otro cartón -. Ya ves que están bien - dijo Joe sacando un nuevo cartón de la mitad de la pila -; éste también está lleno -. En vez de abrirlo, sacó otro, y otro a continuación. Todos contenían paquetes de cigarrillos. Y todos los cigarrillos se desmenuzaban al simple contacto de los dedos.

- Me pregunto cómo pudo adivinar él que vendríamos aquí y que escogeríamos precisamente este cartón - dijo Al.

Todo aquello no tenía sentido y, sin embargo, allí estaban en acción las dos fuerzas contrapuestas. “La descomposición contra Runciter”, pensó Al. “En todo el mundo, quizás en el universo entero. Igual se apaga el Sol y Runciter pone uno nuevo en su lugar. Si puede, claro. He aquí la cuestión: ¿hasta dónde alcanza el poder de Runciter? O mejor: ¿hasta dónde puede llegar el proceso de descomposición?”

- Probemos otra cosa - dijo, y echó a andar por el pasillo que formaban paquetes, latas y cajas, hasta llegar a la sección de electrodomésticos del supermercado. Allí, sin pensarlo un instante, se detuvo ante un valioso magnetófono de fabricación alemana -. Éste parece bueno - le dijo a Joe, que le había seguido, y cogió uno igual sin sacarlo del embalaje -. Vamos a quedarnos con él y nos lo llevamos a Nueva York.

- ¿No quieres abrir la caja antes y probarlo? - preguntó Joe.

- Me parece que ya sé lo que vamos a encontrar, y es algo que no podemos comprobar aquí. - Se dirigió hacia la caja con el magnetófono bajo el brazo.



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